La asamblea anual de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), celebrada el pasado fin de semana en Zaragoza, presentó un informe sobre la situación del periodismo en España. Fernando González Urbaneja, presidente de la federación hasta ahora y la persona que encabezará la comisión que la gestionará durante los próximos meses, afirmó que “los problemas profesionales son serios” y para solventarlos se requiere el concurso de los editores y de los directores de los medios. “A nosotros (los periodistas) nos toca alertar, encauzar, advertir, denunciar lo que no nos gusta, y hacerlo con inteligencia y sentido práctico, buscando resultados, pero no tenemos la llave de las soluciones y en muchas ocasiones ni siquiera oportunidad de intervenir”, dijo.
Según Urbaneja, a los periodistas les preocupa la precariedad laboral “que es tan evidente como sangrante, dijo, y advirtió de que “cuantas iniciativas hemos tomado han topado con la indiferencia de los editores y el silencio de las autoridades laborales”. No obstante, recordó que la precariedad “nos ha acompañado a lo largo de la historia del periodismo, aunque ahora esté más extendida”.
Como medidas concretas de presión anunció que se ha pedido a las autoridades públicas la cancelación de los subsidios y los contratos con medios que no respeten la normativa laboral y se mostró esperanzado en que “los editores entiendan que deben ser los primeros interesados en un cumplimiento riguroso de la normativa laboral, que entiendan que lo precario es contraproducente para todos y que los salarios indignos o miserables conducen a un producto semejante”.
Algunos problemas de la profesión
Entre los problemas que aquejan a la profesión citó el abuso de las comparencias sin preguntas, la imposibilidad de repreguntar, la “opacidad y arrogancia” de algunas fuentes. “La reciente campaña electoral ha sido un ejemplo de cómo se da la espalda a los periodistas y al periodismo, para deslizarse al espectáculo y la propaganda. Malo para el periodismo y peor para la calidad de la democracia. No se ha podido preguntar, ni se ha podido debatir. Hemos asistido a un espectáculo y no a una contienda política de ideas y propuestas a contrastar. Los líderes políticos han sobrevolado a los periodistas, no se han sometido a su mediación. Ruido partidista e interesado y pocas nueces. Y los ciudadanos se dan cuenta” comentó.
También comentó el deterioro de la calidad del trabajo de los periodistas y la ausencia de autocrítica, que advierte “en la avalancha de rectificaciones forzosas, obligadas por los tribunales, que muchos medios hacen a regañadientes y de forma vergonzante, con trucos idiotas y con nulo respeto al mandato de los tribunales. Rectificaciones de calado, que afectan a datos y a hechos, que bien hubieran merecido rectificación inmediata y voluntaria e incluso no haber dado ocasión a ella. Es un síntoma de deterioro de los estándares de calidad informativa”, dijo.
Ante esta situación, su criterio es que “la solución no depende solo de nosotros, pero formamos parte del problema y de la solución. Esta pasa por un mayor debate en las redacciones, por un papel más activo de los periodistas, porque los directores sean directores y que los editores sean editores. Pasa por valorar y premiar el buen trabajo, que no es sinónimo de notoriedad. Más llamativo no es más cierto, ni más relevante. Tenemos que revalorizar la información solvente, las noticias, la verificación, el interés de los relatos”.
Asimismo, agregó que “nuestra responsabilidad no está en enjuiciar la forma de trabajar de cada medio o de cada profesional, o entrar en conflictos que desbordan o exceden a los periodistas. Pero sin dar de lado lo que afecta a la buena práctica profesional, que forma parte del mandato estatutario. El Informe Anual sobre la profesión constata lo que la mayor parte de los periodistas sabemos: pérdida de credibilidad y de reputación de la profesión que nadie acierta a corregir”.
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