El documento, según la decisión adoptada por la última Junta Directiva de la Federación, celebrada el pasado día 6 en Segovia, se presentará ante las instituciones públicas españolas a fin de que lo sometan a la consideración y aprobación de sus respectivos plenos
Si aseguramos que el periodismo atraviesa en España la
peor crisis de su historia, nadie podrá decir que exageramos. Se nos podrá
acusar de ser reiterativos porque desde la FAPE venimos denunciando este
desastre, una y otra vez, en los últimos años.
En esta denuncia constante, hemos sostenido y sostenemos, como eje de nuestra posición, que nuestro país pagará un alto precio si asiste al deterioro del sector periodístico sin tomar medidas que palien la situación. Dejar morir el periodismo es como dejar morir la democracia, porque los medios contribuyen a su sostenimiento promoviendo el debate cívico, el intercambio de ideas y actuando como contrapoder a fin de evitar los abusos.
En esta denuncia constante, hemos sostenido y sostenemos, como eje de nuestra posición, que nuestro país pagará un alto precio si asiste al deterioro del sector periodístico sin tomar medidas que palien la situación. Dejar morir el periodismo es como dejar morir la democracia, porque los medios contribuyen a su sostenimiento promoviendo el debate cívico, el intercambio de ideas y actuando como contrapoder a fin de evitar los abusos.
En términos de empleo, el drama está cuantificado a través del Observatorio de la Crisis de la FAPE que, desde noviembre de 2008, viene registrando su impacto. Con los últimos ERE en editoras locales y en varios grupos nacionales líderes, como los de EFE y los anunciados en El País y Unidad Editorial, hemos superado los 8.000 empleos perdidos en el periodo de contabilización, lo que unido a los anteriores eleva a 10.000 el total de periodistas en paro.
Se podrá afirmar que hemos predicado en el desierto a la vista de lo que sigue ocurriendo en nuestro sector, que no es el único, por supuesto, que sufre la grave crisis que atenaza a nuestro país.
Pero nuestro sector, y pedimos disculpas por el atrevimiento, es un sector especial porque la demolición de sus cimientos afecta directamente a la libertad de información y de expresión, que constituye la base de todas las demás libertades y es el fundamento de la dignidad humana.
Sabemos lo que es un país sin medios independientes,
sometidos a la censura diaria de sus informaciones, con periodistas
encarcelados por ejercer la crítica del poder, despedidos por resistirse
a las presiones e incluso asesinados por tratar de ser independientes. Lo
estamos viviendo en varios países, algunos de ellos muy cercanos a nosotros por
lazos históricos y culturales.
Sabemos lo que significa contratar a periodistas sin
remuneración o con un salario indigno. Sabemos lo que supone para la vitalidad
de un país que su prensa vaya muriéndose poco a poco. Sabemos que todos estos
factores negativos empobrecen la democracia y abren el paso a impulsos
autoritarios, de los que los ciudadanos son las principales víctimas.
La precariedad laboral y salarial se extiende como una
marea, colocando a los periodistas en una situación de indefensión ante las
presiones, vengan de donde vengan. El papel de contrapoder de la prensa queda
reducido a la mínima expresión.
En el enfoque de los editores, los periodistas dejan
de ser unos profesionales a respetar para convertirse en números que pueden ser
tachados en cualquier momento.
La expulsión de periodistas veteranos, con fuentes y
con criterio, priva a los medios del necesario talento para ofrecer a los
ciudadanos un periodismo de calidad. De nuevo, la sociedad es la gran
perjudicada.
El panorama propicia que surjan agoreros que
pronostican el fin del periodismo, que es casi como sostener que la
democracia tiene los días contados. Porque ustedes, los representantes de los
ciudadanos, saben bien que sin prensa libre y crítica con el poder, la salud de
la democracia se resiente.
Pero en la FAPE no tenemos ninguna duda de que el
periodismo sobrevivirá como elemento vital para el desarrollo de nuestra
democracia y de nuestra sociedad en un clima de tolerancia y de convivencia
pacífica.
Tampoco tenemos ninguna duda de que los periodistas
seguiremos siendo necesarios para jerarquizar las noticias, confirmar su
veracidad, contrastarlas y difundirlas bajo un paraguas ético y deontológico,
como garantes que somos del derecho fundamental de los ciudadanos a recibir
información libre y veraz.
Ante este panorama, los periodistas no nos estamos
quedando quietos. Estamos plantando cara a la crisis promoviendo innovadores
proyectos editoriales, pero en la FAPE creemos que esta respuesta solo
profesional no es suficiente.
Las instituciones y los ciudadanos tienen que saber
que su futuro democrático y solidario necesita unos medios de comunicación
potentes e independientes, con periodistas que, con su credibilidad, aporten
elementos que ayuden a la gente a formarse su propia opinión.
No hemos encontrado otra forma mejor de expresarlo que
el eslogan de nuestra campaña en defensa de nuestro oficio: “Sin periodistas no
hay periodismo. Sin periodismo, no hay democracia”.
Por lo tanto, la FAPE hace un llamamiento
a los representantes de los ciudadanos en todas las instituciones para que
respalden este manifiesto en defensa del periodismo.
En este llamamiento destacamos:
-QUE la libertad de
información se debilita cuando el periodismo se convierte en una fuente de manipulación,
de sensacionalismos, de odios y de defensa de intereses ajenos al bien común.
-QUE esa misma
libertad queda dañada cuando se convocan ruedas de prensa sin derecho a
preguntas y cuando los representantes públicos se niegan a comparecer para dar
cuenta de sus actividades en el ejercicio del poder.
-QUE es necesario el
ejercicio responsable del periodismo por parte de periodistas y editores,
basado en el cumplimiento de normas éticas y deontológicas y en valores
como la integridad y el rigor.
-QUE la supeditación de la ética a la dictadura de la audiencia conduce a la inmoralidad y a la ilegalidad, como nos ha demostrado en el Reino Unido el caso del News of the World.
-QUE el derecho de información y la libertad de expresión pierden fuerza y eficacia cada vez que desaparece un medio.
-QUE unos periodistas mal pagados, y más si no perciben salario alguno, difícilmente podrán resistir las presiones de los poderes, sean del tipo que sean, para difundir informaciones sesgadas, interesadas y en algunos casos falsas.
-QUE el elevado paro en el sector está propiciando que los editores abonen cantidades humillantes a colaboradores y free lance.
-QUE los Gobiernos y las instituciones no pueden mirar hacia otro lado cuando empresarios sin escrúpulos quieren convertir un espacio de libertad, como es un medio de comunicación, en un taller de esclavos ofreciendo empleos sin remuneración.
-QUE el futuro del periodismo está en la calidad del contenido que elaboren los periodistas sea en el soporte que sea. Si los medios renuncian, como están haciendo, a las buenas historias, a los buenos reportajes de investigación, a las buenas crónicas de los corresponsales, poco podrán hacer para convencer al usuario de que es necesario pagar por los contenidos.
-QUE las administraciones tienen que incentivar los proyectos de los periodistas emprendedores que buscan alternativas a la crisis con ideas valientes y novedosas.
-QUE la defensa de la libertad de prensa, del derecho de información y del ejercicio de un periodismo digno y dignamente remunerado, atañe también a las instituciones y a los ciudadanos.
Consecuentemente, solicitamos a las instituciones que adopten este manifiesto en defensa del periodismo y que lo tramiten y aprueben como resoluciones en plenos, comisiones y otros órganos que juzguen oportunos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario